El pasado sábado día 27 de enero, se realizó la I Asamblea ciudadana por el agua en la Sociedad Democracia, impulsada por el Ateneo.

En la exposición, se realizó un pequeño recorrido por la historia de la gestión e infraestructura del agua en Lanzarote, desde la primera desaladora a la creación del Consorcio allá por la década de los años 60; entonces, los problemas del agua se resolvieron con la creación de redes e infraestructuras. Sobre al año 1988 se crea Inalsa, con la idea de “modernizar” la producción de agua y la gestión del ciclo integral. Con la Administración Concursal del año 2013, la deuda pasa de 45 millones de euros a 62 millones, y a la petición de responsabilidades a un grupo de personas implicadas en la gestión.

Se constata que la gestión del agua en Lanzarote ha ido acompañada de desidia política, cuando no de una clara corrupción, que ha generado pérdidas económicas millonarias y los grandes problemas de agua que tenemos actualmente en le isla. Se deja de facturar el 56% del agua producida y el agua para riego agrícola es un problema cuya solución se aplaza constantemente. Además, la llegada de turistas y de residentes ha ido aumentando sin que lo haga, paralelamente, la adecuación y creación de la infraestructura necesaria como desaladoras, tuberías, emisarios, riego, etc.

Más allá de estos problemas políticos, económicos y estructurales, el cambio en la cultura y la relación que mantenemos actualmente con el agua, contrasta con la cultura del agua que tradicionalmente ha definido a Lanzarote. Nuestra percepción de “abundancia” y la pérdida de los referentes comunes, hace que la desconfianza y el individualismo sobrepasen y definan a la actual sociedad lanzaroteña y su relación con los problemas medioambientales, de los que el agua, es un vector fundamental para la vida. La población debe percibir la gravedad del problema del agua e incorporarlo como parte de su responsabilidad moral y cívica.

Tras la exposición y debate se llega a diversas conclusiones, entre las que destacaría la de estudiar el rescate para la gestión pública directa del agua. En este sentido, el Consorcio Insular de Aguas de Lanzarote (Cabildo y Ayuntamientos de la isla) tienen que hacer su trabajo, es decir, tienen que llevar a cabo el control y salvaguarda del patrimonio público del agua y obligar a la empresa concesionaria a cumplir con las obligaciones que le corresponde. 

Se concluye, además:

1º. El agua de la red de abastecimiento doméstico en Lanzarote es potable, sin que implique un peligro para la salud en la mayoría de consumidores. La mayoría de la población consume agua embotellada, porque no sabe que es totalmente apta para el consumo.

2º. La creación de un Observatorio por el agua, que realice la coordinación, auditorías ciudadanas, y propuestas para la gestión del agua como derecho y bien común. Éste Observatorio será el vórtice que organice la implicación ciudadana y presente análisis y propuestas en las sucesivas asambleas que se realicen.

3º. Fiscalizar el pago con dinero público de las acciones que corresponden a Canal Gestión. 

4º. Incorporar en las subvenciones que se otorguen a las diferentes asociaciones de la Isla, como referentes sociales, el compromiso de recibir conocimiento sobre el agua, su historia y realidad en Lanzarote, su gestión y utilidad pública. 

5º. Estudiar cuantas acciones sean necesarias para exigir que se cumpla y se desarrolle el Plan Hidrológico.

6º. Establecer un calendario aproximado de encuentros.

Desde al Ateneo, quisiéramos, por último, agradecer a todas las personas que participaron dicha asistencia y participación, y destacar, la necesidad de fomentar espacios críticos de ciudadanía para debatir y proponer, es decir, sin jerarquías, sin luchas por el poder, sin dinero de por medio y sin más requisito que la sensibilidad y la creación de pensamiento colectivo que vaya más allá del deficitario “sentido común”. 
 

Quizá ahora la emancipación pasa por liberar a los hechos de su sentido único.

Marina Garcés